lunes, 31 de diciembre de 2012

Hacer algo

Quiero hacer algo. Vivimos en una época difícil e injusta. Sé que los grandes mandamases se ocupan de que esto sea así por mucho tempo, pero no podemos echarles toda la culpa a ellos. Quizás tenemos los líderes que nos merecemos. Esta ciudadanía es en general egoísta, malcriada, indolente, insolidaria y despreocupada.

Sé que no voy a cambiar el mundo, parto de esa premisa. Pero tengo tal sentimiento de injusticia que no puedo quedarme quieto.
He aprendido de la experiencia que la razón no sirve para cambiar los comportamientos. La gente actúa y vive por inercia, por tradición, por costumbre, por fanatismo. Ya no intento solucionar nada, pero en la medida de lo posible, si puedo proveer una ínfima parte del castigo que merecemos, lo haré, aunque sólo sea molestando e insultando, que ni a sacudir conciencias aspiro (pues para eso hay que tenerla).


Soy más analítico que sintético, me cuesta escribir poco, pero intentaré contener el número de palabras en estos escritos, creo que esto es fundamental porque ésa es otra, cuanto más elaborado un texto -ya ni por largo, sino por elaborado, subordinado, enriquecido, adjetivado- más difícil es que alguien se tome la molestia de leerlo.
Una vez dicho esto, si alguien se siente aludido por algo de lo que comento, sólo me queda decir ¡ME ALEGRO!

Querido sr. apolítico:

A usted que dice “no me interesa para nada la política”, que no se mezcla en absoluto en estos complicados asuntos, he de recordarle que la política es la disciplina que se ocupa de resolver los problemas de la ciudadanía y son, además, los ciudadanos quienes han de implicarse en mayor o menor medida en ella.

Entiendo que pueda considerar usted que la lucha entre las ideologías clásicas es rancia y anticuada, que los partidos políticos no nos representan o que pueda estar asqueado del mal uso y abuso que hacen del poder aquéllos que dicen representarnos. Pero cuando usted, señor apolítico -mayoría silenciosa-, da un paso hacia atrás y permanece en la comodidad del hogar mientras otros salen a la calle para luchar por el bien común, por intereses comunes (incluido su propio interés, señor apolítico), está cediendo su cuota de poder (la pequeña cuota de poder que tiene cada ciudadano) a aquéllos que nos gobiernan malintencionadamente de  acuerdo con los intereses y compromisos contraídos con quienes, por ejemplo, financian sus campañas electorales. ¿Acaso no es una decisión política escabullirse y no hacer nada permitiendo así que el poder siga en manos de los mismos?

Cuando usted dice, señor apolítico, que odia la política, lo que está diciendo en realidad es que odia participar en la búsqueda de soluciones a los problemas que nos conciernen a todos.

Cuando usted dice, señor apolítico, que no podemos hacer nada y prefiere ocuparse únicamente de la dura lucha diaria por la vida (como por cierto haría cualquier otro bicho viviente sin estar dotado de conciencia ni raciocinio), está en realidad haciendo una promesa de autocumplimiento, impidiendo que los demás, que sí quieren hacer algo para solucionar esto, puedan solucionar nada. Y la consecuencia de esto es que su tan fatigosa lucha por la vida (y la de sus hijos) se irá haciendo cada vez más dura y penosa en tiempos venideros (del empeoramiento de nuestras condiciones de vida ya se encargan los de arriba concienzudamente, y seguimos permitiéndolo).

Esta actitud que estamos tomando en masa, dejar hacer a los de arriba (como si hubiesen demostrado buen hacer en alguna ocasión) y no meternos en nada es una flagrante dejación de responsabilidad civil. Es mezquina, insolidaria, irresponsable, estúpidamente egoísta, egocéntrica, ombliguista y miope.

Siga usted, señor apolítico, permitiendo que los gobiernos apliquen el rodillo de las mayorías absolutas, mayorías absolutas conseguidas, por cierto, de entre la minoría votante.

Siga usted, señor apolítico, sin quejarse de lo que le ocurre al vecino. Cuando sea tarde para usted y le ocurra algo parecido, tampoco nadie vendrá en su auxilio, pues los que aún estén mejor que usted se encontrarán demasiado ocupados en la dura lucha por la vida.